Muchas veces, sabemos que algo no va bien, pero el “piloto automático”, el miedo o incluso la apatía pueden frenar el inicio de un proceso terapéutico. Aunque no existe una varita mágica que elimine el malestar de forma inmediata, el primer paso hacia el cambio es aceptar la necesidad de ayuda. Reconocer este momento como una oportunidad para el crecimiento personal es un acto de valentía y responsabilidad.
En ocasiones, resulta difícil identificar el origen exacto del malestar, pero siempre hay un detonante, esa “gota que colma el vaso”, que señala que es el momento de comenzar el trabajo personal. Mi enfoque no solo se centra en abordar el malestar evidente e inicial, sino también en profundizar para entender por qué el síntoma persiste y qué función cumple en la vida del paciente.
Todos atravesamos momentos difíciles que impactan en diferentes áreas de nuestra vida. Aunque no siempre sepamos identificar el origen del malestar, llegar al punto de buscar terapia indica que algo en nuestro interior se ha movilizado para dar ese paso. Pedir ayuda no es fácil, requiere coraje y fortaleza, pero puede marcar el inicio de un camino hacia el bienestar.
Los tratamientos están diseñados para adaptarse a las necesidades de cada persona y suelen enfocarse en temas como:
El objetivo de la terapia es ayudarte a comprender y transformar lo que te genera malestar, dotándote de herramientas para construir una vida más satisfactoria y en equilibrio con tus valores y deseos. Juntos/as exploraremos tu historia, tus emociones y tus retos, trabajando en un proceso que respete tu ritmo y necesidades